Algunos compañeros se desesperan en el buen combate por la propia perfección y se arrojan a un verdadero infierno de sombras interiores. Se quejan del destino, acusan la sabiduría creadora y hacen gesticulaciones en los abismos de la maldad, olvidando el capricho y la imprevisión que los ha hecho caer. La recomendación del Cristo es Dedicad vuestra atención a los caminos rectos y hallaréis lo necesario.