Lo que ocurre en el patrimonio de las realizaciones materiales, también sucede en el ámbito de las edificaciones del espíritu. Indiscutiblemente, toda dádiva buena y todo don perfecto viene de Dios. Sin embargo, para recibir este beneficio, es necesario llamar a la puerta para que esta se nos abra. Las cualidades excelentes son dones que proceden de Dios, pero cada una tiene su respectiva puerta, y cada puerta requiere una llave diferente.