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LO QUE YO HE APRENDIDO MIENTRAS LOS MUCHACHOS VAN CRECIENDO.

Marcìas Martìnez     

       Con el reconocimiento previo a los logros de todos mis hijos, ahora tomo en primer plano, la exposición que presenta Carlos Eduardo Martínez León sin que eso signifique parcialización alguna…

       CuandoCarlos nació ya yo tenía 46 años y eso me llevaba a pensar sobre la factibilidad de criar y proteger un niñito, en un momento donde casi me correspondía actuar como abuelo.  Pero fue importante la respuesta. Al llegar, él siempre me estaba esperando.  Trepaba sobre una ventana –desde donde podía ver cuando estacionaba el vehículo -  luego, se bajaba y corría a la puerta de entrada del apartamento. Sabiendo que él estaba detrás de la puerta tenía que abrir con cuidado para disfrutar la receptividad que me prolongaba la existencia… todos los días.

       Entonces aparecía en escena lo que él quería hacer: “Jugar con su padre”.  Había que pensar en un juego apropiado tanto para el hijo como para su padre.  Y tomé una tableta donde podía colocar una hoja de papel y ponerme a pintar.  Era la época de las “tortugas ninja”, que nos servían de modelo en la clase de dibujo y pintura de todos los días.  Mi pequeño hijo armaba las posiciones que más le agradaban con la tortuguita que servía de modelo, mientras yo iba dibujando.

        En esa época intentaba producir un modelo educativo que nos permitiera disponer de una nueva generación para enrumbar el País por el camino del desarrollo.  Me apoyaba en la expresión “Dadme una generación y cambiaré el mundo” y. en esta ocasión, tenía una razón adicional para intentar poner en vigencia el proyecto.  Había hecho varios modelos para enseñarle a los niños programas de desarrollo como: Pesas y medidas.  Los héroes de la ciudad y del País. La construcción de un motorcito para que los niños los colocaran en unidades móviles para hacer competencias y mostraran sus habilidades…  Y muchos otros, pero el más importante, a los efectos del proyecto que quería desarrollar era; “Pintores del Zulia”, que pude hacer a partir de un libro del profesor Sergio Antillano y Hugo Figueroa Brett, quien –en esa época – trabajaba como representante de los pintores Hung y Bellorín. Y fui preparando una presentación dirigida a los niños.  Primero les mostraba las obras de arte de cada uno de los pintores y, luego, eliminando el título de los cuadros y el nombre del autor, les volvía a preguntar lo que recordaban… Y – para sorpresa mía – los niños reconocían de manera satisfactoria el 60% de las obras, después de una sola clase. Luego hice un ensayo con adultos y me pareció interesante observar cómo había mejorado la autoestima de los observadores cuando podían reconocer a distancia al autor de las obras de arte. Mientras tanto Carlos Eduardo fue creciendo y los dibujos recibían el reconocimiento de los profesores(as) de la institución, y – de vez en cuando – guardaban los trabajos para la posteridad.

        Con este proyecto sentí la importancia de la expresión: “Dadme una generación y cambiaré el mundo”

        Cuando le tocó decidir sobre la selección de la profesión Carlos escogió “Diseño gráfico”, en La Universidad del Zulia.  Dianita, su hermana, siguiendo el ejemplo, también se graduó en LUZ, como diseñadora gráfica. Al empezar la vida profesional, Carlos prefirió hacer su postgrado en la Escuelade Arte de Florencia, en Italia, mientras que Diana empezó con una tesis de grado que presentaba a las figuras más importantes de la ciudad en lo relacionado con la alta costura y, luego, continuó con dos postgrados en Barcelona, España.

        Al empezar el quinto año del pregrado, Carlos practicaba haciendo los dibujos que le podían exigir cuando intentara empezar en La Escuela de Arte deFlorencia, donde ingresó, al concluir el pregrado.

        Cuatro años después, mi hijo regresó  a Maracaibo. Entonces la curiosidad de los observadores era comprobar si, realmente era un pintor… Empezando por mi amigo Hugo Figueroa, quien lo invitó a su casa con un lienzo apropiado para que demostrara que realmente lo era. Así somos nosotros.  Los maracaiberos aplicamos la expresión bíblica: “Ver para creer”.

       En lo personal, me interesó observar cómo trabajaba, y decidí posar para que pintara un cuadro a creyón, para una exposición de la Universidad Rafael Urdaneta. Lo importante fue comparar el uso del creyón en contraposición con el empleo de la tinta china, o los trazos para hacer un dibujo, o la perfección que ha logrado con el óleo.

        Lo primero que pude apreciar de su trabajo es el impacto de la luz sobre los cuadros que producía.  Al regresar de Europa las obras que trajo a Venezuela resultaron muy diferentes a las que producía en el trópico. Era evidente el impacto de la luz sobre la creatividad del artista.

        Luego le hice seguimiento al desarrollo de un cuadro sobre Francisco de Miranda, o deJorge Sutherland o del Padre Pío. Y entendí que no es el trabajo espontáneo que nace de los pintores jóvenes que empiezan en Montmartre, como se hizo en mi época, sino que detrás de cada trazo hay las enseñanzas de una escuela de arte donde los que comienzan van aprendiendo cada minuto de su vida dedicado al cultivo de una profesión, donde se debe estudiar– a profundidad - el carácter de la persona que se quiere traer del pasado, su obra y su dedicación al objetivo que lo ha proyectado en la historia.

        Estando en Maracaibo tuve la oportunidad de asistir con él a las exposiciones que se presentaban en la ciudad. En alguna ocasión, la obra que resultó ganadora: “La silla de al lado” me resultaba difícil que se hubiera realizado con una modelo, le hice la pregunta y él me dijo: ¡No! Esa es hecha a partir de una fotografía. Entonces, entendí que los pintores podían apreciar la manera cómo habían hecho el cuadro.  Y por algún tiempo las conversaciones se concentraban en la transición de la época del arte vs el aparecimiento de la fotografía. Y, más tarde, la intervención de las nuevas técnicas en el perfeccionamiento de las fotos, hasta convertirlas en obras representativas del carácter de la persona. Lo que indica que – entre estos dos temas ha habido siempre una competencia que ha ido cambiando la aceptación del público entre una y otra versión artística.

        La primera exposición en el Zulia la hizo en el Club Náutico, de Maracaibo, donde un grupo de la escuela de Gustavo Ocando Yamarte, hizo una presentación extraordinaria sobre el “Canto Gregoriano” y tuve la oportunidad de conocer al Padre Hernán Portillo, quien estaba haciendo un doctorado en Italia sobre el canto gregoriano, algo que me llamó la atención dado que he estado permanentemente interesado en el campo académico y conozco la profundidad implícita en el estudio y desarrollo de un doctorado. Entonces entendí que las nuevas generaciones de venezolanos promovían la “Búsqueda de la Excelencia”tratando de hacer un poquito mejor lo que ya saben hacer.

        Luego, Carlos fue invitado a trabajar en una Escuela de Arte que otros pintores venezolanos, estaban abriendo en Miami, en la cual estuvo varios años, hasta que nació el Centro Cultural MIFA, que después de varias exposiciones relevantes se decide a presentar JOURNEY INTO THE UNSEEN donde se reconoce el progreso que el artista ha logrado dedicándose de manera permanente, día tras día a estudiar los pintores de la antigüedad que han hecho historia.

       Y, así hemos aprendido que: “Todo acto que se realiza de manera eficiente, genera placer”, porque uno puede ver el perfeccionamiento del profesional y de las obras que van produciendo, mientras pasan los años.